La Plaza Escondida, en el (todavía) barrio del Casco Histórico de
Toledo.
AV. Iniciativa Ciudadana TOLEDO HISTÓRICO.
Domingo, 18 de septiembre de 2016.
El domingo 18 de septiembre de
2016, socios y simpatizantes de AV Iniciativa Ciudadana TOLEDO HISTÓRICO, han
celebrado su concentración festiva anual reivindicando el carácter público prioritario
de las calles y plazas del barrio del Casco Histórico de Toledo, personalizando
esta demanda en la “Plaza Escondida”.
En 2016 se cumplen 10 años de la
construcción del edificio que alberga los aparcamientos públicos municipales de
San Juan de la Penitencia, en el Casco Histórico de Toledo. Muy pocos saben que
en su parte superior, entre la calle San Lucas y la calle Prensa de San
Lorenzo, existe una plaza pública, de unos 300 m2, que no tiene nombre oficial
en el callejero municipal, y que la asociación vecinal Iniciativa Ciudadana
TOLEDO HISTÓRICO bautizó, ya en 2006, como la “Plaza Escondida”.
Desde la calle San Lucas, la
plaza está oculta tras un edificio privado de locales y viviendas, y se accede
a ella por la parte más cercana al edificio de San Juan de la Penitencia,
bajando 25 escalones, y atravesando un pasillo-balconada de unos 20 metros en
forma de “L”.
Desde la calle de la Prensa de San Lorenzo, la plaza está
camuflada en alto tras una barandilla, como si fuera una terraza privada,
retranqueada sobre el aparcamiento, y se llega a ella subiendo 7 largos escalones
hasta llegar al mismo pasillo-balconada anterior.
Lo primero que llama la atención
es cómo políticos y técnicos del Ayuntamiento de Toledo llegaron a aprobar una burrada
de proyecto de plaza pública incumpliendo toda la normativa sobre accesibilidad
ya vigente cuando se redactó: 25 escalones de bajada o 7 de subida, con un
pasillo-balconada de 20 metros que en parte estrecha su ancho a 1,40 m.
Es
como si el arquitecto y el ingeniero de la obra hubieran abierto todos los
tratados de accesibilidad en la creación de espacios públicos, para incumplir,
minuciosamente, una por una, todas sus
disposiciones.
Lo segundo que llama la atención, es por qué políticos y
técnicos municipales posteriores no han corregido, ni corrigen, esta insensatez
urbanística.
Según las crónicas, la parcela fue adquirida a finales de
años ochenta por la administración local para ampliar los servicios del antiguo
Colegio Universitario de Toledo, que tuvo parte de sus instalaciones en el
lindante edificio de San Juan de la Penitencia. Con la llegada de la
Universidad de Castilla La Mancha, desapareció el colegio universitario, y la
parcela cayó de lleno en el llamado Plan de Renovación del Casco Histórico. Y
se redactó un proyecto para aprovechar este solar público de unos 800 m2 de
superficie: una gran plaza-mirador pública asentada sobre un aparcamiento exclusivo
para residentes. Una idea, en su concepto, similar a la que se ejecutó el lado
del Alcázar: la gran explanada del Corralillo de San Miguel sobre un parking público
soterrado. El Ayuntamiento de Toledo aprobó el proyecto, con un costo total
aproximado de 650.000,00 €, con 30% de financiación-subvención de la Unión
Europea.
Pero, en plena burbuja inmobiliaria, pronto apareció una modificación
añadida por la Empresa Municipal de la Vivienda: en tiempos del ladrillazo,
era un pecado que todos esos 800 m2 de planta superior quedaran solo para una
nueva pero improductiva plaza pública, y se decidió que 500 m2 fueran para pisos,
quedando menos de 300 m2 para la famosa plaza-mirador. Y cuando todos los
ciudadanos creíamos que la EMV iba a
anunciar que, como mal menor, las viviendas serían de protección oficial, de
repente, el protagonismo de la gestión de la obra pasó por completo, mediante
un apresurado convenio declarado de utilidad municipal, a la Federación
Empresarial de Castilla-La Mancha de Economía Social y a la constructora
Graman-Rallago. Y con la entrada de intereses
empresariales en la finalización de obras de infraestructuras públicas,
entraron también criterios privatizadores.
El resultado final es digno a aquella época del ladrillo
salvaje: la edificación de todas las oficinas y apartamentos en esta parcela
pública fueron de promoción privada, y el aparcamiento de plazas públicas
exclusivamente para residentes se abrió a no residentes. Y donde iba una plaza
pública de nueva creación en el Casco Histórico, de 800 m2, un mirador abierto,
visible y de fácil acceso para todos los vecinos, quedó en menos de 300 m2 de oculta
y aislada terraza, con tres farolillos, por un lado tapada a la vista de los transeúntes por las paredes del nuevo edificio de viviendas,
y por otro lado separada por los
altos muros del aparcamiento.
Como cada año, AV Iniciativa Ciudadana TOLEDO HISTÓRICO
reivindica la “Plaza Escondida” como espacio público del callejero del Casco
Histórico, solicitando al Ayuntamiento que solvente sus graves problemas de
accesibilidad y la recupere como una plaza pública real en todos sus sentidos.
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