2007/08/29

LA POLICIA LOCAL PASA UNA NOCHE EN LA OPERA.




Colaboracion.
Hilario ALARCÓN.



Toledo, barrio del Casco Histórico. Sobre las 21,30 del martes día 28 de agosto. Un automóvil marca Rover 200, rojo, gira hacia su derecha y comienza a subir la cuesta de la calle Pintor Matías Moreno, popularmente antes conocida como cuesta de las Calandrajas. De repente, uno de los neumáticos pisa uno de los muchos cantos rodados sueltos del pavimento, del tamaño de un puño, uno de esos que deberían estar firmes en el suelo de la calle, que sale despedido hacia atrás como lanzado por la NASA desde cabo Cañaveral. Se escucha el ruido de una pequeña detonación: un cristal. Un golpe de suerte hace que no se oiga el ruido seco de un cráneo abriéndose como una nuez, junto con el chapoteo de unos sesos golpeando el suelo de la calle. Solo es la totalidad de la luna trasera de un Renault Scenic gris metalizado, aparcado frente al bar Scorpio. La piedra, brillante y marrón, un canto digno del rey David contra Goliat, yace entre diminutos fragmentos brillantes de cristal.

El Rover rojo se detiene y bajan sus confusos ocupantes. Los curiosos viandantes próximos se acercan. También salen de una casa una alarmada pareja con sus hijos. Incluso surge con impetu el dueño del bar. Todos han oído el estallido de cristales, pero como la piedra surcó el espacio a una velocidad tal que la hizo invisible, tardan más de un minuto en darse cuenta del destrozo en el Scenic, al comienzo de la calle, varios metros mas abajo de la base de lanzamiento del pedrusco. Los vecinos de la calle dicen que se veía venir, que algún día tenia que tocar estando la calle como está, que podía haber sido peor. El dueño del bar asiente, dice estar cansado de avisar al Ayuntamiento, y enseña una montonera de cantos rodados sueltos, del pavimento de la calle, que ha ido apartando poco a poco hacia una de las aceras, bajo una papelera.

Uno de los ocupantes del Rover hace una llamada telefónica y marca el 092: la Policía Local. Al agente que contesta en la centralita se le informa de lo todo lo sucedido, que el dueño del Renault Scenic no aparece, y que el coche, con toda la luna trasera rota, queda expuesto a una posible rapiña… El policía contesta que lo mejor es limitarse a dejar una nota con todos los datos en el parabrisas para que lo vea, cuando sea, la victima del cantazo, que hoy no puede ir ninguna patrulla, que las que hay están todas concentradas en la Academia de Infantería, que están velando por la seguridad de la representación de la opera Don Quijote de La Mancha... Evitando preguntar que tiene una representación musical con unos cientos de espectadores que no tiene el resto de toda una ciudad de casi 80.000 habitantes para que quede sin el eficaz servicio de la policía local, se pide al agente que por lo menos, con los datos de la matricula, se trate de localizar e informar al propietario dañado, que no debe de vivir muy lejos –el coche tiene el distintivo de la Zona ORA nº. 1 del Casco-. El agente, después de consultar (se supone) la base de datos, comunica que el domicilio del titular de la matricula está en una calle del barrio de la avenida de Europa, y que no consta su teléfono.

Un gran cómico, Gila, se inventó una vida en un mundo surreal, mientras nosotros vivimos realmente así, cada día, en esta ciudad. Con calles con vida propia tipo "Paris mayo del 68", con piedras que se tornan en proyectiles. Con la señora Fortuna juganto al "pintopintogolgorito", decidiendo si hoy toca destrozar la luna de un coche, o la cabeza de un lugareño. Con policías locales que como los hermanos Marx se ven obligados a pasar toda una noche en la ópera. Y con concejales viejos o nuevos que no saben o no quieren evitar lo que siempre sucede en sus respectivas obligaciones y nunca se evita. La historia de la gestión municipal de esta ciudad demuestra que no hay situación horrible del pasado que no pueda empeorar en el futuro. Todavia no hay miedo, pero miedo hay de comenzarlo a tener.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ante todo, alegrarme de que no haya habido ningún herido y solidarizarme sinceramente con el propietario del coche dañado. Pero lo cortés no quita lo valiente. Alarcón lo deja caer y con elegancia no hace ningún comentario sobre el asunto: ¿cómo es posible que un vecino con domicilio en el barrio de la avenida de Europa tenga su coche con la pegatina oficial de la zona de aparcamiento nº 1 del barrio del Casco? Dornier otorga el milagro de la ubicuidad a sus amiguetes, que a la vez tienen sus ruedas en el Casco y el parquet en el barrio de la avenida de Europa. ¿Y la potestad inspectora del Ayuntamiento sobre este tema? Como tambien escribe Alarcón, da miedo empezar a tener miedo sobre la posible vigencia social del conocido fragmento de la merienda con uvas del Lazarillo de Tormes. Ya saben, despues de pactar comer por turno de una en una las uvas, el ciego descubrió que Lázaro comía de tres en tres del racimo porque él las comía de dos en dos y el otro no se quejaba.

Anónimo dijo...

Apunta la lista de calles con catos rodados mas sueltos que las manos de un alcalde (de Marbella): Granja,Santa Ana, ... No mejor buscar una calle en condiciones: ...¡¿?!

José Luis Rubio dijo...

Miedo da que todo siga igual o que los protagonistas cambien para que todo permanezca de la misma manera: pavimentos en mal estado, falta de soluciones a la peatonalización del casco, olores en el polígono, una cloaca en lugar de un río, enchufados con tarjetas de la ORA... Más de lo mismo.